martes, 12 de agosto de 2008

Bruno


A Bruno no le dejaban ver la peli de Sweeny Todd, el barbero diabólico de la calle Fleet. Y moría de ganas de verla. Entonces escribió este libro. Probablemente para desquitarse, para sacarse las ganas de violencia, para demostrar que podía.
Cuatro cuentos sobre distintos barberos, cada uno con su propio estilo. Y la imperdible introducción/conclusión de Sweeny.

De película.

(Bruno tiene 10)











CUENTOS DE UN BARBERO SANGUINARIO
Para mayores de 18 años



Primer cuento

Un muerto vivo

Había una vez un barbero que vivía en Paris (Francia) se llamaba: Legmet Mogat’s. Pero el no era un barbero común. A no él mataba a sus clientes cortándoles el cuello y luego se los comía.
El vivía muy cerca de la torre Eiffel.
Una vez se fue a afeitar un hombre muy adinerado que le dio 400 euros para que lo afeitara tremendamente bien.
El barbero aceptó. Una hora después estaba comiendo el cerebro del adinerado exclamando a cada rato: -¡Que rico!-.
Del cuerpo sólo quedaron los huesos.
Dos días después encontraron al barbero muerto con un hueso de un codo muy afilado clavado en el medio del cerebro.
El hueso pertenecía a Mouge Dogmat. Un adinerado intrépido que lo último que dijo fue:-Aféiteme bien al ras, señor barbero-.





Segundo cuento

El extraño caso de Johny Corellio.

Había una vez un hombre llamado Johny Corellio.
Él era ingles pero vivía en Suecia.
Él era una persona alta y delgada: de cabello rubio y ojos celestes.
Tenía una barba larga y espesa de cabello ondulado.
Un día fue a afeitarse a un tal barbero muy popular que vivía arriba de una carnicería.
Se llamaba Charly Mikenson y decían que te afeitaba muy bien y era muy barato.
Además él tenía que cambiarse un poco la cara porque lo habían acusado de soborno, extorsión, trabajos con la mafia, etc.
Cuando se fue a afeitar, Mikenson lo esperaba con la navaja en la mano.
Le puso una toalla para sostener los pelos que se le caían de la barba.
Pero en realidad la toalla servía para evitar que el traje se manchara de sangre porque Mikenson quería quedarse con el traje; después de tajarlo por el cuello y mancharse las manos de sangre se quedó con la elegante prenda.
El hijo de un actor llamado Michel Tuvai lo viera asesinando a Corellio fue y le contó al padre que pensando que era una broma le pegó una cachetada.
Cincuenta años después el chico encontró al viejo barbero re-débil; el barbero tenía 90 años. El niño tenía 59 años.
El hombre tenía una gran diferencia de edad con el barbero.
Así que aprovechó y le dio un tiro.
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Si quieren leer más, no desesperen.
Pronto saldrán a la venta los libros de Male, Bruno e Ine!

Próximos cuentos y poemas: Inés Iannicelli




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